Hola!
Un año después retomo la idea de escribir en este
blog. En este año han pasado muchas cosas (no todas buenas, pero tampoco todas
malas), que la vida se encargará de guardar en mi memoria algunas, y de olvidar
la mayoría…
La memoria es muy caprichosa, capaz de ocultar
grandes recuerdos y de mitificar lo que no lo es, ni nunca lo ha sido.
Todos recordamos nuestra noches de juerga. Risas,
ligoteos (los que nos dejaban), interminables litros de alcohol y algunas
resacas para la Historia. Pero casi nadie recuerda las veces que te has
equivocado en la elección del local, las veces en las que has pagado para estar
entre un campo de nabos, o cuando el dj ha decidido martillearte con unos
éxitos musicales que solamente le gustaban a él.
Recuerdo haber increpado al dj servilleta en mano,
haber pagado por entrar en un almacén a que me sirvieran cubatas de garrafón, y
haber admitido que esa chica era guapa, joven y divertida…
Parece ser que las cosas han cambiado, en forma pero
no en contenido. Y lo pude comprobar hace pocas semanas. Nuestra becaria
preferida se marchaba y fuimos a celebrarlo. Dicho así suena mal, pero no es lo
que parece ;-)
Todo un desertor de la noche como yo se puso unas
galas decentes (ahora parece ser que está de moda el look “descuidado”…) y se
apostó con una compañera a que no iba a ser el típico que se marcha a las
primeras de cambio, también conocido como “hacer un Houdini”. Al final, tal y
como creo que sospechamos ambos, fuimos los mejores (junto con la
indestructible Mg!!!).
Como os decía, las cosas han cambiado en forma, pero
no en contenido. Las camisas blancas ajustadas y los pelos de punta ya no se
llevan. Las bambas Diesel y los collares tampoco. Pero hay una cosa que no
cambia: Todavía existen los locales que huelen a pene y el 90% de los hombres
no saben ligar.
Lo peor de entrar en un local plagado de tíos
acompañados de dos (hermosas) mujeres es que te salen amigos por todos lados.
Es una cuestión de estadística. O eres el amigo gay, o el novio de una de
ellas. Por lo tanto, ante unas posibilidades del 50%, los tíos lo vemos como si
fueran del 60, 70, 80 o 90% (va según las copas que lleves en ese momento
encima). Conocimos a varios chicos (si, una puta gracia me hizo…) a cual más
particular!
Estaba el griego con acento inglés de Cerdanyola del
Vallés. Si, parecía que nos estaba tomando el pelo, haciéndose pasar por guiri
(como táctica de ligoteo, famosa a principios del 2000) y que resultó ser
griego de verdad. El jodido, encima, se enfadó cuando le dije que su inglés era
malo, que lo hablaba cada día por cuestiones de curro y que no podía ser… El
hecho de que me entendiera, da credibilidad a mi teoría….
Me hice amigo, de tanto verlo pasar, de un tío
borracho, que me miraba con cara de “eres el puto amo” y me chocaba la mano.
Si, aquel clásico que no sabes si ha ido 20 veces a mear, o es que se ha
perdido en la inmensidad de la discoteca. Supongo que pensaba que esa noche iba
a pillar seguro, que no iba a fallar, teniendo a 2 chicas a mi vera. También es
verdad que cualquier compañía era mejor que la suya, con un amigo colgado de su
hombro, y supongo que pretendía hacerle creer que nos conocíamos, para
quitárselo de encima un rato…
Pero ninguno de ellos estuvo a la altura del que
bauticé como “El huelepelos”. Nunca he sido un experto ligón, ni siquiera un
ligón como tal. A mí siempre me han ligado, desde la primera hasta la última, y
la que diga lo contrario, blasfema!!
En mis épocas de discoteca, las técnicas de ligoteo
eran variadas pero simples: el guiri, el actor, el modelo, el sobrado y el
sobón…. Todas tenían en común la clara intención de arrimar cebolleta, el roce
y el cariño por el culo ajeno… Pero estas técnicas no van con el amigo “Huelepelos”.
A pesar de haber vivido mi época de discotecas (y
alguna anterior) a nuestro amigo le gustaba más acercarse a mis amigas, y asomarse
al pelo más que a otras zonas...
Su táctica era infalible. Apoyado en la columnas más
cercana, imperturbable, arrítmico ante cualquier melodía del dj, observando el
momento más disimulado para acercarse a mis compañeras de bailes y risas.
Pasado el rato, se decidió a utilizar su “facilidad de palabra” para intentar
llamar su atención, pero no lo consiguió.
Como veis, tanto las mejores estrategias como la del
“Huelepelos” tienen algo en común: Ellas siempre son las que acaban decidiendo.
¡Gracias!